Las alteraciones en los periodos de descanso de niños y bebés son muy frecuentes. Algunos de los trastornos más habituales, como las pesadillas o el insomnio, remiten de manera natural; otros, deben ser tratados. Los más comunes son el miedo a acostarse (a separarse de los padres, a la oscuridad, a los ladrones, etc.), el sueño interrumpido o el sonambulismo.

Se estima que una de cada cuatro visitas al pediatra está relacionada con algún problema ligado al sueño. Lo bueno es que prácticamente todas estas alteraciones suelen tener solución. Pero ¿qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos a tener un sueño profundo y reparador? Te explicamos cómo actuar en cada caso.

Trastornos en bebés

Uno de los problemas más comunes en los bebés es la interrupción del sueño; es decir, que el niño duerma cortos periodos de tiempo y se despierte frecuentemente con lloros. Aunque es algo habitual en muchos bebés (especialmente durante los tres primeros meses, hasta que se estabiliza su ritmo de sueño), si se convierte en una situación que se da a diario, de forma exagerada, durante un largo lapso de tiempo, lo recomendado es consultar con un especialista para descartar que puedan existir otros problemas.

No obstante, hay que recordar que es normal que los niños se despierten varias veces por la noche, durante los primeros años de vida.

Para poder incidir sobre ello, hay que revisar qué hace el bebé durante el día y evitar sobreestimularlo, sobre todo antes de acostarlo. Además, hay que cuidar ciertos elementos que inciden en el sueño, como la luz (debe ser tenue), el ruido (podemos poner música relajante), la temperatura (a veces se tapa excesivamente a los bebés por miedo a que pasen frío) o el estrés de los padres al coger al niño cuando llora. La paciencia es esencial en estas etapas.

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Problemas en niños

  • Reticencias al acostarse: muchos niños presentan dificultad para conciliar el sueño, y por eso utilizan muñecos, peluches o mantas para dormir. Este es un comportamiento normal que no debe preocuparnos. Sin embargo, cuando el niño muestra una resistencia exagerada a acostarse y recurre diariamente a excusas o llantos, puede que nos encontremos ante un problema más grave.
  • El miedo a la oscuridad, a no despertarse o a escuchar ruidos, o la inseguridad de estar solo son algunos de los factores que llevan a los pequeños a alargar el momento de acostarse, consiguiendo la atención de los padres y retrasando la angustia que les produce la separación. Ante tal conducta, los progenitores deberían establecer una hora de acostar al niño y llevar a cabo diariamente determinadas acciones en los momentos previos, para que sepa que se acerca el momento de dormir (leer un cuento, darle un muñeco, etc.).

Es importante evitar actividades, juegos activos o excitantes antes de dormir, porque pueden desvelar al niño. Tampoco es nada aconsejable el uso de ordenadores o tabletas antes de dormir.

  • Despertar a medianoche: Debemos observar qué es lo que causa la interrupción del sueño, fijándonos en a quién llama, qué pide, qué respuestas obtiene, etc. No encenderemos la luz e intentaremos hacer el menor ruido posible, para que concilie el sueño pronto y duerma el resto de la noche. Presentar varios despertares por la noche, hasta más o menos los seis años, es normal.
  • Pesadillas: Los sueños desagradables se presentan sobre todo en niños de menos de cinco años, especialmente en los inseguros y ansiosos, aunque no siempre, y desatan reacciones de miedo y angustia que pueden llegar a ser muy intensas. El niño respira agitadamente, tiene taquicardia, suda, tiene las pupilas dilatadas y está confuso y desorientado, por eso lo más aconsejable es acompañarlo y tranquilizarlo. Durante el día, puede hablarse sobre ese sueño, con el fin de ir calmando los miedos.
  • Sonambulismo: Es una alteración del sueño que consiste en que el niño, sin despertarse, se levanta de la cama y deambula por la casa. Este trastorno suele remitir espontáneamente, pero, si es excesivamente frecuente, lo ideal es hablar con el pediatra. Es importante cerrar bien cajones, ventanas y puertas, para evitar accidentes.
  • Hipersomnia: Es la tendencia a dormirse durante todo el día. Es vital descartar la posibilidad de sufrir narcolepsia mediante una revisión médica.

¿Qué más puedo hacer?

  • Acostar y levantar a los menores regularmente a la misma hora.
  • Sobre todo, en bebés, exponerlos durante el día a la luz natural y mantener el dormitorio oscuro por la noche, para que el organismo relacione los periodos de sueño con la oscuridad y los de vigilia con la luz.
  • Relajarlos antes de acostarlos, realizando un baño de agua tibia o leyendo un libro… son algunas de las actividades para reconciliar el ansiado sueño.
  • Tener una ventilación adecuada de la habitación, entre 18 y 20 grados.
  • Mantener una alimentación sana.
  • Cenar de forma ligera.
  • Hacer actividad física durante el día, porque si se hace antes de ir a dormir, todavía puede producir más insomnio. El ejercicio físico es un buen recurso, ayuda a eliminar el estrés y mejorar el descanso.

Si los problemas de sueño son muy habituales, o si afectan el comportamiento diurno (el niño está cansado, nervioso, irritable…), consulta el caso con el médico.

 

Dr. Carles Rabassa
Director Médico de Atlántida