El lupus es una enfermedad crónica autoinmunitaria que puede afectar cualquier parte del cuerpo, como piel, articulaciones, pulmones, riñones, cerebro… Provoca una inflamación generalizada y dolor, y daña el tejido de los órganos afectados.

 

El lupus es una enfermedad, en primer lugar, crónica, y esto significa que los síntomas y las señales suelen durar más de seis semanas y, en la mayoría de los casos, incluso años. Por otro lado, es una patología autoinmune. Es decir, el sistema inmune de la persona no puede apreciar la diferencia que existe entre los invasores externos y los tejidos sanos del cuerpo, y produce autoanticuerpos que atacan y destruyen a estos últimos.

 

Los síntomas más comunes

Es una enfermedad difícil de diagnosticar porque su sintomatología es muy similar a la que se da en otras patologías. Además, el lupus puede presentar diversos síntomas que dependen de cada persona, debido, a su vez, a que afecta a distintos órganos.

 

De todas maneras, uno de los signos más distintivos del lupus es una erupción cutánea en el rostro que recuerda a las alas abiertas de una mariposa en ambas mejillas.

 

Otros síntomas frecuentes, más allá de estos sarpullidos en la piel, son:

  • Dolor e hinchazón en las articulaciones
  • Dolor muscular
  • Fiebre sin causa aparente
  • Dolor en el pecho al respirar de forma profunda
  • Dolor de cabeza
  • Sensibilidad a la luz solar
  • Dedos de manos y pies de color blanco o morado con el frío
  • Pérdida de cabello
  • Úlceras en la boca o en la nariz
  • Problemas de coagulación de la sangre
  • Sensación de cansancio extremo

 

Estos síntomas pueden ser intermitentes, van y vienen, y derivan en lo que se denomina brotes, que pueden ser leves o más graves. Pueden aparecer signos diferentes durante el curso de la enfermedad.

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Factores de riesgo y contagio

Todavía hoy, el origen del lupus es desconocido. Según los últimos avances, se cree que los genes tienen un papel importante en su desarrollo y pueden ser uno de los principales factores de riesgo. Asimismo, el estrés emocional y físico, el embarazo, el consumo de diversos fármacos, los estrógenos, las infecciones y la luz ultravioleta de la radiación solar pueden también desencadenar la sintomatología de esta enfermedad.

 

En realidad, todo el mundo puede sufrir lupus, aunque suele afectar más, por ejemplo, a mujeres, en una proporción de 9 mujeres por 1 hombre, y aún más a mujeres adultas afroamericanas. Asimismo, el lupus no se trata de una enfermedad infecciosa, por lo que no se contagia.

 

Tipología

Existen distintos tipos de lupus:

  1. Lupus eritematoso sistémico. Es el más habitual y puede ser leve o grave, además de afectar a muchas partes del cuerpo.
  2. Lupus discoide. Suele provocar una erupción en la piel que no se va.
  3. Lupus cutáneo subagudo. Este tipo causa ampollas tras la exposición al sol.
  4. Lupus neonatal. No es común y afecta a los recién nacidos.
  5. Lupus inducido por medicamentos. Lo originan algunos fármacos. Habitualmente, cuando se dejan de tomar, la enfermedad desaparece.

 

¿Cómo se diagnostica el lupus?

A veces el diagnóstico de esta enfermedad autoinmune es complejo y puede llevar meses. No existe una prueba única para saber de su presencia. Es decir, el lupus no se puede diagnosticar mediante una sola prueba. Normalmente, el profesional sanitario realizará un historial médico completo y una exploración física, además de una analítica de sangre de anticuerpos.

 

En concreto, se lleva a cabo un examen de AAN, un análisis de anticuerpos antinucleares, ya que el 97% de las personas con lupus dan positivo en este análisis. Con unos AAN negativos, el diagnóstico de una enfermedad autoinmune es muy poco probable.

 

En algunos casos, el médico puede pedir una biopsia de la piel o de los riñones, por ejemplo, para examinar más internamente al paciente.

 

¿Se puede prevenir?

Debido a que el lupus puede aparecer sin manifestar ningún tipo de síntoma, es complicado establecer si una persona puede o no prevenir su presencia. Eso sí, existen ciertos hábitos saludables que pueden reducir las posibilidades de que aparezca el lupus:

  • Dieta equilibrada. Una alimentación sana puede prevenir la inflamación de los órganos, que es uno de los principales signos de esta enfermedad crónica. También se aconseja evitar alimentos que contengan sustancias químicas como pesticidas.
  • Ejercicio regular. Practicar actividad física de manera habitual y evitar el sedentarismo es sinónimo de muchos beneficios: mejora el estado de ánimo, controla el peso y ayuda a desarrollar resistencia contra ciertas enfermedades.

 

Tratamiento

Actualmente, no existe ningún tratamiento para la cura del lupus. Su tratamiento, mediante medicamentos y cambios en el estilo de vida, tiene como objetivo aliviar el dolor y ayudar a tomar el control de la enfermedad.

 

Así, con los tratamientos médicos se pretende evitar la aparición de nuevos brotes, reducir el daño a los órganos del cuerpo y tratar los síntomas en cuanto aparezcan.

 

Dr. Carles Rabassa
Director Médico de Atlàntida