El glaucoma constituye una de las primeras causas de ceguera irreversible en todo el mundo. Sólo en España, esta enfermedad afecta a más de un millón de personas, y la mitad de ellas no lo saben. El glaucoma es una enfermedad crónica neurodegenerativa en la que se produce un daño irreversible del nervio óptico. Al nacer, por el nervio discurren más de un millón de células nerviosas, células que son las principalmente dañadas por esta enfermedad.
En una fase inicial, la enfermedad produce daños inapreciables en el nervio óptico sin darse cambios subjetivos perceptibles por parte del paciente. Posteriormente aparecerían defectos el campo visual periférico, hasta fases posteriores en las que se afectaría la visión central, por lo que podemos decir que no da síntomas hasta fases tardías de la enfermedad. Por este motivo, una revisión periódica oftalmológica es indispensable para la detección del glaucoma, sobre todo si se tienen antecedentes familiares de la enfermedad. La presión intraocular es el factor de riesgo más importante, pero no el único. En la revisión se realiza un control de la presión intraocular, la valoración del aspecto del nervio óptico, su análisis mediante OCT (tomografía óptica) y una campimetría de ambos ojos para detectar defectos funcionales de la visión que podrían pasar desapercibidos para el paciente.
Para su tratamiento existe terapia farmacológica en forma de gotas, terapia con láser y tratamiento quirúrgico, todas ellas encaminadas a controlar la presión intraocular. Dependiendo de lo avanzada que esté la enfermedad, efectos secundarios que el tratamiento pueda tener y la tolerancia por el paciente, optamos por una opción u otra. Y debido a que estamos ante una enfermedad de carácter crónico, es probable que un único paciente haya requerido más de una intervención.
Para el correcto diagnóstico y manejo del glaucoma es indispensable acudir a un oftalmólogo, el único capacitado para detectarlo y tratarlo.
Institut de la Còrnia i d’Oftalmologia
www.icof.es
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