El llamado síndrome de burnout -sentirse quemado- está incluido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades desde su última revisión. La OMS la considera como un fenómeno asociado al mundo laboral y ésta es, en definitiva, una de las principales diferencias entre este síndrome, de definición relativamente reciente, y la depresión más habitual, que ya hace muchos años que se diagnostica.
Ambas enfermedades son diferentes, y suelen tener orígenes diferentes, pero a menudo se confunden e incluso los profesionales pueden tener dificultades para diagnosticarlas correctamente. El problema es que los síntomas, o buena parte de ellos, son los mismos en ambos casos y esto supone un reto para las herramientas de diagnóstico de las que se dispone actualmente.
Síntomas comunes
Tanto la depresión como el burnout se relacionan con una sensación de estar completamente superados por el entorno y las obligaciones que cada uno tiene. Esto se traduce en un conjunto de síntomas como estos:
- Trastornos de la concentración
- Trastornos de la memoria
- Trastornos del sueño
- Sensación de agotamiento
Pero sí que los expertos han detectado una señal que diferencia a las dos enfermedades: se llama anhedonia y consiste en la incapacidad de disfrutar de actividades que antes nos gustaban. Desde aquellas series de televisión que antes nos hacían reír y a las que ahora no encontramos el sentido, hasta aquellas aficiones que ocupaban buena parte de nuestro tiempo de ocio y que ahora tenemos abandonadas en un rincón.
La anhedonia parece ser una característica asociada a la depresión, no tanto al burnout, que suele estar circunscrito al ámbito laboral. De hecho, muchos pacientes a los que se les ha diagnosticado el síndrome de burnout suelen mejorar de forma notable cuando se apartan de su entorno laboral, aunque sea por pocos días, o cambian de trabajo. En cambio, la depresión es una sensación más genérica, que afecta a todos los ámbitos de la vida, y que a menudo complica mucho las relaciones con la familia y con los amigos.
Componente genético
Como con otras muchas enfermedades, los expertos también han detectado que en muchos casos de depresión hay un componente genético y que a menudo hay antecedentes familiares que también la han sufrido. Por el contrario, el burnout se atribuye sobre todo a factores ambientales relacionados con el entorno laboral. Pero también debe tenerse en cuenta que el burnout puede conducir hacia la depresión.
En el caso del burnout, realizar pequeños cambios en la rutina y practicar deporte pueden servir de ayuda, además de replantearse, por supuesto, la situación laboral, muchas veces contaminada por la cultura de la prisa. Sin embargo, en un caso de depresión, el mejor consejo es pedir la intervención de un especialista en salud mental, porque el abordaje suele ser más complejo. Pero también puede ayudar fijarse en aquellas cosas que nos hacen sentir un poco mejor –una conversación con un amigo, un paseo…– para tratar de potenciarlas.