En los últimos años, hemos oído constantemente aquello de “conectar con uno mismo”. Pero ¿en qué consiste realmente este concepto tan de moda?

En realidad, no es más que establecer una comunicación sincera y directa con nuestro yo interior para poder comprender nuestros sentimientos, problemas, ideas o sensaciones.

Aunque, de entrada, esta capacidad innata pueda parecer sencilla, no lo es tanto. Las personas solemos juzgarnos por nuestras acciones y reprender a diario alguna de nuestras decisiones o culpabilizarnos por sentir aquello que creemos que no está bien. Por ello, para poder llegar a reconectar con nuestro interior, es necesario, en primer lugar, practicar la aceptación.

Cuando hablamos de reconectar con nosotros, no se trata de olvidarse de uno mismo, sino de todo lo contrario. Muchas veces, estamos más pendientes de las necesidades de los demás y priorizamos tanto los temas laborales o del hogar, que se nos olvida prestar atención a nuestras necesidades más íntimas. La realidad es que no podemos permitirnos el lujo de desconectar de nosotros mismos, porque es el primer paso para la desidia, la tristeza o la pérdida de motivación.

 

Una buena conexión interna: algunos consejos

  • La clave reside en sentarse, respirar hondo y preguntarnos cómo estamos. Y hacerlo en silencio y escuchándonos solamente a nosotros mismos. La respuesta debe ser lo más sincera posible, ya que engañarnos no servirá de nada. Hay que priorizar conocer y buscar esas emociones latentes y aprender a nombrarlas, sin tabús y mucho más allá del “estoy bien / mal”.
  • Con el paso de los años, vamos perdiendo esta capacidad de ser sinceros con nosotros mismos, pero, si queremos ser felices y disfrutar de una vida plena, es indispensable recuperarla.
  • Descuidar la conexión con nuestro verdadero yo y ese óptimo equilibrio físico e interior puede generar confusión y sensaciones de tristeza y vacío. No debemos preocuparnos si hay momentos del día, o de la semana, en los que estamos alicaídos, cansados o confusos. Es fruto de que a menudo vivimos solamente pensando hacia fuera –centrados en los problemas en el trabajo, la conciliación familiar, etc.–, olvidándonos de lo que transcurre dentro. Esas emociones y sensaciones, incluso los mensajes que lanza el propio cuerpo, aportan la única información que necesitamos para avanzar por el camino que nos lleve a nuestras metas.
  • Hay que olvidarse de los miedos y de los posibles escenarios negativos. No nos ayudará pensar y ponernos en las peores situaciones, menos aún cuando son futuras. Debemos aprender a vivir en el presente y ser conscientes de ello.
  • En un mundo lleno de ruido, prisas y estrés, encontrar un espacio para cuidarnos a nosotros (y a nuestra salud interior) es indispensable. Lo ideal es disfrutar de un momento para reconectar con la respiración y sentir el corazón palpitante. Así, reconoceremos qué debemos cambiar o transformar de nuestro día a día para llegar allá donde queramos.

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La función de la gestión emocional

Gestionar nuestras emociones requiere sinceridad, pero también esfuerzo y dedicación. Desde el amor y la comprensión (y, recordemos, desde esa aceptación inicial), debemos escucharnos y conocer qué emociones marcan ese momento concreto.

La ansiedad o el miedo tienen su espacio y tienen que existir para poder seguir avanzando. Por lo tanto, es bueno no juzgarlos y permitirnos estar tristes o enfadados. La solución pasa por profundizar en el interior y conocer el porqué de esas sensaciones. En realidad, todas y cada una de las emociones tienen su función y son necesarias: las que consideramos buenas, como la alegría, y las malas, como la ira. De todas se puede aprender.

 

¿Cómo podemos conectar con nosotros mismos?

  • Practicando ejercicio y meditación. El yoga o el mindfulness son muy buenas opciones. Bastará con meditar 20 minutos al día. Estos hábitos nos ayudan a mantenernos en el aquí y ahora, desarrollar la aceptación y observar nuestras emociones sin prejuicios.
  • Pasando tiempo en la naturaleza. Pasear por la montaña, el bosque o la playa, respirar profundamente y renovar la energía ayuda, y mucho.
  • Aprendiendo a disfrutar de la soledad. Pasar tiempo de calidad con uno mismo enseña, además, a cuestionar y a pensar diferente. Regalarnos un tiempo y espacio único para nosotros se convertirá en una gran medicina.
  • Leer por placer, escribir o escuchar música. Aparcar el móvil y dejar espacio para la creatividad es beneficioso para nuestro yo interior. Escribiendo, además, se reflejan muy fácilmente las emociones. Y escuchando música relajamos nuestro cuerpo y mente.
  • Replantearnos cuestiones vitales. Es necesario atrevernos a cuestionar nuestro mundo tal cual lo conocemos. Con esto favoreceremos la autonomía y la autocrítica, y nos empoderará.

 

Quique Gómez
Psicólogo del Centro Médico Atlàntida